Hace poco me pidieron que pintara un mural en la capilla de un colegio, y la petición iba acompañada de dos condicionantes que en un primer momento me parecieron realmente inconvenientes... En la pared se había realizado hacía muchos años una Virgen en mosaico de cristales de colores. Como era inviable arrancarlo de la pared sin que sufriera grandes daños, se decidió mantener y que el mural se articulara en torno al mosaico adaptándose lo máximo posible. También se nos encargó que en el mural se plasmara un amanecer.
Mi compañera Sonia Larraz y yo, decidimos que puesto que la Virgen nos iba a sugerir tanto formas como colores, tan sólo había que continuar el mosaico y dejarse llevar, sin necesidad de realizar diseños previos...
Vista previa de la pared |
Los colores del hábito y sus formas sinuosas nos servirían para simular las ondulaciones del terreno. La Virgen Inmaculada estaba apoyada sobre una bola del mundo de un color azul precioso. Así que este motivo repetido a lo largo de la pared nos serviría para dar vida al mural, dotándole de formas orgánicas.
A mí personalmente y contemplándolo una vez terminado, me recuerda mucho a la etapa naturalista del genial observador de la naturaleza: Gaudí; a sus obras donde brotan y florecen formas y volúmenes carentes de rigidez racionalista. Y creo que es una pared que desborda alegría y colorido. ¡Qué mejor forma de recibir a los niños!.
Aquí os dejo el enlace al vídeo que hará que entréis a este acogedor colegio: