Una joven quería darle una segunda vida al armario ropero de su abuela. Se trataba de un viejo armario de haya chapeado de aspecto bastante triste y pensó que pintándolo quedaría muy lindo en la habitación de su hija. A partir de entonces podría ser el armario donde guardar juguetes, pinturas, cuadernos, muñecas, libros...
Lo pinté en un tono grisáceo y posteriormente lo trabajé con varias pátinas: una blanquecina y otra más parduzca. Una vez terminada la pintura de fondo, realicé el dibujo que me pidió con unos trazos monocromos y rápidos, pues se pretendía un aspecto sencillo. Unos toquecitos de lija y el barnizado final que lo protegerá.
Posteriormente le pintaron el interior de una de las puertas con pintura de pizarra, para que le diera "más juego" a la niña.
A ésta le encantó, y desde el primer momento entendió perfectamente que el tener sus cositas ordenadas en su armario era tarea suya. ¡Casi nada!
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